Mensaje del 11 de marzo de 1974
Grande en el amor.
“Hoy has tenido como una señal: la confirmación de lo mucho que te amo, hijo. He permitido que hasta el final todo fuese en contra de cuanto Yo te había predicho; luego, como milagrosamente, ha ocurrido todo lo que había prometido. Es que te quiero hacer crecer en la confianza en Mí. Debes dejarte conducir por esta confianza, sin jamás oponer resistencia, sino dejándote llevar y conducir por ella en cada momento de tu jornada. Elévate siempre más alto, hasta vivir habitualmente en mi Corazón Inmaculado. Entonces, e estar habitualmente en Mí será como el aire para tu alma, que te permitirá respirar y vivir. Cada sacerdote que se ha consagrado a mi Corazón Inmaculado y que participa de mi Movimiento está llamado a vivir así. A veces mi Corazón se entristece al ver que algunos hijos a Mí consagrados no son totalmente míos. No me lo dan todo: ¿por qué se reservan algo todavía? Nada, nada deben poseer ya: deben ser sólo niños, mis niños más pequeños. Puesto que Yo los llamo a ser grandes en el amor, en la santidad, en el heroísmo, deben volverse los más pequeños (…). Cuando sean más perfectos en la infancia espiritual, cuando su sola preocupación sea la de dejarse conducir por la confianza en Mí, entonces estarán prontos para mi gran designio. Hijos míos, déjense formar y trabajar por Mí. Sin que ustedes mismos ni los demás lo adviertan, Yo los transformaré completamente, les daré grandes dones de amor, los llamaré a una unión cada vez más profunda con Dios y Conmigo. Por eso les pido que se confíen a Mí: si esta donación no fuese perfecta, me atarían las manos y Yo no podría actuar según mi voluntad (…).