Mensaje del 10 de julio de 1974
Acepto tu corona de amor.
“.. .Ahora te he hecho conocer las dimensiones de mi Corazón de Madre. Cada instante de tu existencia está preparado por Mí para que Yo, a través de ti, pueda manifestarme cada vez más. Finalmente has encontrado tu puesto: mi Corazón. Reposa, hijo, en este Corazón. Ora, consuela y después deja que Yo misma haga cada cosa por ti. Mi corazón está rodeado de una corona de espinas. ¡Oh hijo, en estos últimos tiempos cuán agudas y dolorosas se han vuelto estas espinas! Estoy continuamente traspasada por ellas. Ahora tú me pides esta corona de espinas. ¿Cómo puede la Madre ofrecer a su pequeño niño la corona de su gran dolor? Pero acepto tus deseos, tu don de amor. Sí: te haré participar en mis grandes sufrimientos. Para esto, poco a poco, te haré cada vez más capaz de sufrir y te haré cada vez más semejante a mi Hijo Crucificado. Acepto la corona de amor del Movimiento de mis Sacerdotes. Ellos forman, en tomo a mi Corazón Inmaculado, como una triple corona, que logra en verdad mitigar todas sus heridas. — Una corona de lirios, por su pureza. Oh, Yo sé que gran parte de estos hijos míos, han tenido que sufrir los ataques violentos de mi Adversario y a menudo han caído, y muchos han perdido su candor. No se desanimen estos hijos míos: Yo misma los revestiré con mi pureza, devolviéndoles su inocencia. Mi candor será el suyo y, como fruto de mi especial predilección, serán hechos como Yo, inmaculados. — Una corona de rosas. ¿Qué es la rosa sino el símbolo más bello del amor? Por esto, entre todas las flores, Yo soy invocada por ustedes como “rosa mística”. ¡Oh, mis hijos Sacerdotes deben tener un solo y grande amor: Jesús y las almas! No pueden amar otras cosas. Deben vivir y se deben dejar consumir solamente por este gran amor. Para ello Yo misma los purificaré con grandes sufrimientos, los despegaré de toda otra cosa, los conduciré de la mano por el camino de mi materna predilección. — Una corona de ciclaminos: Son flores perfumadas y pequeñas, que crecen sólo en la frescura de los bosques; es necesario subir a las alturas para encontrarlos. Significan el amor que mis hijos deben tener por Mí. Deben ser verdaderamente todos míos, mis pequeños que todo y siempre lo esperan de Mí. Pero no serán enteramente mis niños si no suben a la cumbre de la infancia espiritual: don que Yo concedo a mis hijos Sacerdotes que se consagran a mi Corazón Inmaculado. De este modo será verdaderamente consolado mi Corazón Inmaculado y Dolorido y las muchas espinas me lastimarán menos por la gran alegría que ustedes me proporcionan. En lo demás pensaré Yo misma, porque ésta es mi hora, y a todos ustedes les he preparado Yo para esta hora…”