Mensaje de 28 de agosto de 1973
Fiesta de San Agustín
Ha descendido la noche sobre el mundo.
«Ha descendido ya la noche sobre el mundo, oh hijo: ésta es la hora de las tinieblas, la hora de Satanás; es el momento de su mayor triunfo. Cuánto me ha gustado tu oración y tu sufrimiento para reparar el gran ultraje, la más horrible blasfemia que se haya dirigido contra mi Hijo. Ni durante su vida pública, ni durante el proceso y su horrible condena, mi Hijo Jesús ha sido tan vilipendiado. Hasta en presencia del Sanedrín no se encontraron acusadores; tan limpia y pura había sido toda su vida. Ahora se atenta contra su pureza, se propaga una blasfemia tan horrible y satánica que todo el Cielo queda pasmado y atónito. ¿Cómo se ha podido llegar a tanto? ¡Qué tremenda y ya inevitable tormenta está por desencadenarse sobre la pobre humanidad! El Papa sufre y ora; está sobre una cruz que lo consume y lo mata. Esta vez también ha hablado, pero su voz cae en un desierto. Mi Iglesia se ha convertido en algo más árido que un desierto. Vosotros Sacerdotes míos, que Yo estoy reuniendo en mi Movimiento para poner diques a este avance de Satanas debéis formar una fortísima barrera con el Papa: debéis propagar su voz, debéis defenderlo, porque le tocará a Él llevar la Cruz en medio de la más grande tempestad de la historia. A vosotros corresponde la misión de defender el honor conculcado de mi Hijo: con vuestra vida, con vuestra palabra, con vuestra sangre. A vosotros corresponde la misión de juzgar y de condenar al mundo, porque más que nunca este mundo está en poder del Maligno (…).»