ORACIÓN II
Oh apóstol insigne de la caridad, glorioso san Vicente de Paul, que viviendo en el mundo os hicisteis a todo a todos, para ganarlos a Jesucristo, extendiendo vuestro celo por la salvación de los prójimos y remedio de sus necesidades a todas las clases de la sociedad y a toda especie de miserias; alcanzadme del divino Apóstol de nuestras almas, Cristo Jesús, un verdadero espíritu de caridad, animado del cual me entregue sin reserva a la práctica de las obras de misericordia, a fin de ser del número de aquellos de quienes está escrito: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericoridia». Así sea.
ORACIÓN
POR LOS MIEMBROS
DE LA
SOCIEDAD DE SAN VICENTE DE PAUL
«Me han enviado a evangelizar a los pobres»
Escudo y lema de la Congregación de la Misión,
fundada por San Vicente de Paul en 1625
Gracias te damos, Señor, por tantas y tan grandes bendiciones como te has dignado derramar hasta el día de hoy sobre nuestra Sociedad.
Te rogamos que tu gracia se perpetúe en todas y cada una de las partes de esta nuestra carísima Asociación, especialmente en esta que ahora te lo pide. Haz Señor, que nuestra Sociedad se propague y consolide perpetuamente animada de su primitivo espíritu de humilde devoción y de mutuo y fraternal afecto, para que enteramente apartada de los intereses de la tierra, sea siempre más y más fecunda en obras para el cielo.
Tu conoces, Señor, todas nuestras necesidades espirituales y temporales, y las de los pobres a quienes consagramos nuestras humildes ofrendas. Míranos, Señor, a todos con ojos de misericordia, y a todos alcance tu clemencia infinita.
Te pedimos en particular, oh piadosísimo Padre, por aquellos de nuestros hermanos que padezcan alguna tribulación en este momento. Infúndeles, Señor, el espíritu de fortaleza, de prudencia, de paz y de confianza que emanan de tu seno, para que, sufridos con santa resignación por Jesucristo, sus trabajos y los nuestros te sean aceptos, y a todos nos produzcan frutos de salvación eterna.
Te pedimos, en fin, por los méritos de nuestro señor Jesucristo, y por la especial intercesión de nuestra Madre María santísima y la de nuestro bienaventurado Patrón San Vicente, que al desnudarnos de nuestra carne mortal, y en el día de la justicia merezcan nuestros queridos pobres, nuestros parientes, nuestros socios, y merezcamos nosotros mismos entrar en tu santísimo reino, y ser herederos de tu gloria eterna. Amén.