Mensaje del 13 de octubre de 1980 en Manila (Filipinas)
Aniversario de la última aparición de Fátima
No pequéis más
«En este día os recogéis aquí, en un Cenáculo de oración y recordáis mi última aparición en la Cova de Iría, confirmada por el milagro del sol. Desde esta tierra, por Mí predilecta por el amor y la devoción con que soy amada y venerada, vuelvo a dirigir al mundo la llamada de angustia que expresé un día como éste en Fátima, y que resume, en pocas palabras, el mensaje del Cielo que vengo a comunicaros. ¡No pequéis más! No ofendáis más a mi Hijo que ya es demasiado ofendido. Retomad a Dios por medio de vuestra conversión, por el camino de la oración y la penitencia. Por desgracia, mi mensaje no ha sido escuchado. La humanidad ha continuado recorriendo el camino de la rebelión a Dios, del rechazo obstinado de su ley de amor. Se ha llegado hasta la negación del pecado,a justificar incluso los más graves desórdenes morales en nombre de una libertad falsamente entendida. Así Satanás, mi Adversario, ha conseguido haceros caer en su seducción. Muchos han perdido la conciencia del pecado, por esto lo cometen y lo justifican más cada día. Casi ha desaparecido el sentido del arrepentimiento, que es el primer paso que hay que dar para ponerse en el camino de la conversión. Hasta en las naciones de más tradición cristiana se ha legitimado el gran delito del asesinato de los niños inocentes en el seno de sus madres. Este delito clama pidiendo venganza en la presencia de Dios. Ésta es la hora de la justicia y de la misericordia. Ésta es la hora del castigo y de la salvación. La Madre Celeste intercede ante Dios por vosotros, porque nunca como en estos momentos, estáis tan amenazados y tan cerca de la prueba suprema. Por esto os suplico que os arrepintáis y retoméis a Dios. Por vuestro medio, hijos míos predilectos y consagrados a Mí, mis Apóstoles de los últimos tiempos, quiero que esta llamada an gustiada llegue a los últimos confines de la Tierra. Desde esta Nación bendita, sobre la que tengo un gran designio de amor y de luz, a todos os recojo en el refugio de mi Corazón Inmaculado.»