Mensaje del 4 de septiembre de 1981 en San Pablo (Brasil)
Primer Sábado de mes
Madre de la Misericordia
«He aquí que has llegado a la gran Nación de este tan vasto continente para celebrar Cenáculos con mis hijos predilectos y con todos los que han acogido mi invitación y se han refugiado en mi Corazón. La Iglesia advertirá cada vez más el poderoso auxilio que le da el amor misericordioso de mi Corazón Inmaculado. Soy la Madre de la Misericordia. Mi presencia, en esta hora, quiere manifestarse más poderosa allí donde mi Adversario ha causado mayor daño y mayor devastación. Entro en el recinto de la Iglesia, tan desolada, y recojo las flores destrozadas para repararlas; las marchitas, para vigorizarlas; las caídas, para levantarlas; trato de volver a su esplendor este jardín, que sólo debe abrirse y dar su perfume para el amor y la gloria de Jesús. También aquí, donde mi Adversario ha violado tanto a la Iglesia, quiero ejercitar de modo extraordinario la misericordia. Y me sirvo de ti, pobre hijo mío, a quien he puesto como signo de mi amor misericordioso, porque has sido llamado a llevar a todos las confidencias de mi Corazón materno. Anima, consuela, confirma a tus hermanos Sacerdotes. Mira cómo sufren. Están como abandonados y cómo cunde entre ellos el desaliento, casi como un rebaño sin pastor, ellos que están llamados a ser los pastores del rebaño. Quiero ser, con Jesús, su amorosa y comprensiva Pastora. Seguidme al seguro refugio que os he preparado: mi Corazón Inmaculado. Lleva luz y fuerza a mis pobres hijos, perdidos en la confusión que estáis viviendo. Confírmalos en la fe, en la total obediencia al Papa y a la Jerarquía a Él unida, afiánzalos en la verdad; confíalos todos a Mí, con la consagración sincera y generosa de sí mismos a mi Corazón Inmaculado. Tengo prisa. Nunca como ahora tenéis necesidad de vuestra Madre Celeste. Por esto quiero manifestarme a través de vosotros. El tiempo que os queda es breve. Para ser defendidos y protegidos, corred todos a refugiaros bajo el manto de la Madre de la Misericordia.»