Mensaje del 8 de septiembre de 1989 en Dongo (Italia)
Natividad de la Bienaventurada Virgen María
La marca en la frente y en la mano
«Hoy es la fiesta del nacimiento de vuestra Madre Celeste, hijos míos predilectos consagrados a mi Corazón Inmaculado. Vividla en la alegría y en la paz, en el silencio y en la oración, en la confianza y en el filial abandono. Vosotros sois los pequeños niños de vuestra Madre Niña. Sois parte de mi progenie y pieza clave de mi designio victorioso. Formáis una corona preciosa de pureza, de amor y de humildad en tomo a la cuna en la que Yo estoy recostada. Dejaos nutrir y formar por Mí; dejaos conducir con docilidad por Mí; dejaos marcar por Mí con mi sello maternal. Éstos son los tiempos en que los seguidores de aquél que se opone a Cristo son sellados con la marca en la frente y sobre la mano. —La marca en la frente y en la mano es expresión de una total dependencia de quien es marcado por este signo. El signo significa a aquél que es enemigo de Cristo, es decir, el Anticristo, y su marca cuando es impresa significa la completa pertenencia de la persona signada al ejército de aquel que se opone a Cristo y lucha contra su Divino y Real Dominio. La marca es impresa en la frente y en la mano. —La frente indica la inteligencia, porque la mente es la sede de la razón humana. — La mano expresa la actividad humana, porque es con sus manos que el hombre actúa y trabaja. Por lo tanto, es la persona la que es marcada con el sello del Anticristo en su inteligencia y en su voluntad. Quien permite ser señalado con la marca en la frente es conducido a acoger la doctrina de la negación de Dios, del rechazo de su Ley, del ateísmo, que en estos tiempos, es cada vez más difundido y propagado. Y así, es impulsado a seguir las ideologías hoy de moda y a hacerse propagador de todos los errores. Quien permite ser señalado con la marca en la mano es obligado a actuar de una manera autónoma e independiente de Dios, ordenando la propia actividad a la búsqueda de bienes solamente materiales y terrenos. De ese modo sustrae su acción al designio del Padre, que quiere iluminarla y sostenerla con su Divina Providencia; al amor del Hijo, que hace de la fatiga humana un medio precioso para su misma redención y santificación; al poder del Espíritu Santo que actúa por doquier para renovar interiormente a cada criatura. — Quien es marcado en la mano trabaja sólo para sí mismo, para acumular bienes materiales; hace del dinero su dios y acaba siendo víctima del materialismo. — Quien es marcado en la mano obra solo para la satisfacción de los propios sentidos, para buscar el bienestar y el placer, para dar plena satisfacción a todas sus pasiones, especialmente a la de la impureza, y se hace víctima del hedonismo. — Quien es señalado con la marca en la mano hace de su propio yo el centro de todo su obrar, mira a los demás como objetos para usar y explotar para provecho propio y se hace víctima del egoísmo desenfrenado y de la falta de amor. Si mi Adversario marca con su sello a todos sus secuaces, ha llegado el tiempo en que también Yo, vuestra Celeste Capitana, marco con mi sello maternal a todos aquellos que se han consagrado a mi Corazón Inmaculado y forman parte de mi ejército. Imprimo en vuestra frente mi sello con el Signo Santísimo de la Cruz de mi Hijo Jesús. Así abro la inteligencia humana para acoger su Divina Palabra, amarla, vivirla; os conduzco a confiaros completamente a Jesús que os la ha revelado, y os transformo hoy en valientes testimonios de fe. A los signados en la frente con la marca blasfema, Yo contrapongo a mis hijos, signados con la Cruz de Jesucristo. Después ordeno toda vuestra actividad a la perfecta glorificación de la Santísima Trinidad. Por eso imprimo en vuestra mano mi sello que es el signo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Con el signo del Padre, vuestra actividad humana es ordenada a una perfecta cooperación al designio de su Divina Providencia, que también hoy sigue disponiendo todas las cosas para vuestro bien. Con el signo del Hijo, cada una de vuestras acciones es injertada profundamente en el misterio de su Divina Redención. Con el signo del Espíritu Santo, todo vuestro obrar se abre a su poderosa fuerza de santificación, que sopla por todas partes como un fuego potente, para renovar desde los fundamentos a todo el mundo. Hijos míos predilectos, dejaos marcar todos, en la frente y en la mano con mi sello maternal en este día en el que, recogidos con amor en tomo a mi cuna, celebráis la fiesta del Nacimiento terreno de vuestra Madre Celestial.»