Mensaje del 31 de diciembre de 1982
Última noche del año Velad en oración
«En esta noche, mientras la mayor parte de mis hijos pasa las últimas horas del año en francachelas y disipación, velad Conmigo, mis predilectos, en el silencio y en la oración más intensa. Oración de acción de gracias: por todas las gracias que, en este período de tiempo, el Padre os ha otorgado, en el Espíritu Santo, por medio de mi Hijo Jesús y a través de la incesante intercesión de mi Corazón Inmaculado. Este mundo está a merced de mi Adversario, que lo domina con su espiritu.de soberbia y de rebel ión y conduce a un inmenso Bán^ad&hi$®s d eB ias por. la^eadadd placer, deFpecadcvdeda desobediencia a la ley de Dios* <k&áespreek> a su Votaflísd, Se encuentra inmerso en la noche más profunda sin que logre, cada año que comienza, disipar la gran tiniebla en que camina. Y, sin embargo ha sido creado para la gloria del Padre; ha sido redimido por el Hijo y continuamente está siendo transformado por la acción del Espíritu Santo. Nada puede resistir a la fuerza del amor misericordioso de Dios, que quiere transformar este pobre mundo en una nueva creación. Por esto se harán cada vez más numerosas, extraordinarias y milagrosas las intervenciones de mi Corazón Inmaculado. Por esto dad gracias Conmigo a la Santísima Trinidad, que se sirve de Mí, su pequeña Sierva, para llevar todo lo creado a la perfecta glorificación de Dios. Oración de impetración: para obtener del Corazón misericordioso de Jesús, días de paz y no de aflicción, de serenidad y no de infortunio. Se hace real el peligro de una nueva guerra. Bajo apariencias de frágiles promesas de acuerdos, se preparan los medios más refinados de muerte y se lleva a la humanidad por el camino del odio y de su propia destrucción. Que vuestra oración obtenga para todos la Gracia, que obtenga la derrota del pecado; la concordia, que haga enmudecer la violencia y el terror, de modo que llegue finalmente a todos la Paz universal en la verdad y la justicia. Hace falta un gran milagro; es necesario arrancar con la fuerza de la oración, este milagro a la divina Misericordia. Sólo así llegará a vosotros la salvación. Oración de reparación: porque la copa de la divina Justicia está colmada, extracolmada y desbordante. Mirad cómo se propagan el odio y el pecado. Hoy la mayoría de los hombres no observan ya los diez Mandamientos del Señor. Vuestro Dios es públicamente ignorado, negado, ofendido y blasfemado. El día del Señor se profana cada vez más. Diariamente se atenta contra la vida. Cada año en el mundo, por decenas de millones, se mata a niños inocentes en el seno de la madre, y crece el número de los homicidios, violencias, rapiñas y secuestros. La inmoralidad se desborda como un diluvio de fango y los medios de comunicación social, especialmente el cine, las revistas y la televisión, hacen de ella gran difusión. Por medio de esta última, penetra en cada familia una sutil y diabólica táctica de seducción y corrupción. Las víctimas más indefensas son los niños y los jóvenes, a quienes miro con preocupada ternura de Madre. Sólo una poderosa fuerza de oración y de penitencia reparadora podrá salvar al mundo de cuanto la Justicia de Dios tiene preparado por su obstinado rechazo en acoger toda llamada a su conversión. ¡Escuchad al menos ahora la voz de vuestra madre Celeste! ¡Tengo tanta necesidad de oración reparadora y de sufrimiento ofrecido con fe! Rezad siempre vuestro Rosario. Vivid Conmigo, en la confianza y en el temor, porque se avecinan horas decisivas, que pueden marcar el destino de toda la humanidad. Os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»