Mensaje del 22 de mayo de 1988 en Heede (Alemania)
Fiesta de Pentecostés
El Espíritu Santo vendrá.
«Hijos predilectos, recogeos en todas las partes de la tierra, para vivir este día en el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado. Es el día que recuerda la bajada del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, reunidos en oración Conmigo en el Cenáculo de Jerusalén. En este día de Pentecostés del Año Mariano, a Mí consagrado, os invito a unir vuestra oración a la de la Madre Celeste, para obtener el gran don del segundo Pentecostés. Ha llegado el tiempo del segundo Pentecostés. El Espíritu Santo vendrá como celeste rociada de gracia y de fuego, que renovará todo el mundo. Bajo su irresistible acción de amor, la Iglesia se abrirá para vivir la nueva era de su mayor santidad, y resplandecerá con una luz tan fuerte, que atraerá a sí a todas las naciones de la tierra. El Espíritu Santo vendrá para que la Voluntad del Padre Celeste se cumpla y el universo creado tome a reflejar su gran gloria. El Espíritu Santo vendrá para instaurar el reino glorioso de Cristo, que será un reino de gracia, de santidad, de amor, de justicia y paz. Con su divino amor abrirá las puertas de los corazones e iluminará todas las conciencias. Cada hombre se verá a si mismo en el ardiente fuego de la divina Verdad. Será como un juicio en pequeño. Después Jesucristo implantará su glorioso Reino en el mundo. El Espíritu Santo vendrá por medio del triunfo de mi Corazón Inmaculado. Por esto, os invito hoy a todos a entrar en el Cenáculo de mi Corazón. Así seréis preparados para recibir el don del Espíritu Santo, que os transformará y os hará los instrumentos con los que Jesús instaurará su Reino.»