Mensaje del 24 de agosto de 1977
Fiesta del Apóstol S. Bartolomé
La estrategia decisiva.
«Hijos míos predilectos, mirad con mis ojos el mundo en que vivís. Veréis cómo mi Enemigo se ha adueñado de todo: nunca, como hoy, el mundo ha sido tan suyo, ha hecho de él su reino, en el que ejerce, como soberano, su poder. Y las almas, víctimas de su seducción, se pierden cada día en número siempre creciente. Yo quiero salvarlas con una intervención extraordinaria de mi amor de Madre. Para ello necesito de vosotros, de vuestro amor. Amad con mi mismo Corazón a todos esos pobres hijos míos, a quienes Satanás y el pecado han arrastrado a la muerte. Amad sobre todo a los más alejados: a los que niegan la existencia de Dios y os rechazan y persiguen; incluso a los que son esclavos del vicio, del odio y de la violencia. Se han convertido en dóciles instrumentos en manos de Satanás, que los utiliza a voluntad y con frecuencia obran impulsados por su maléfico influjo. Pero también ellos han sido redimidos por Jesús, y también ellos son hijos míos. Tienen más necesidad de Mí, porque son los más enfermos. Amadlos vosotros en Mí y por Mí. Amadlos con un amor puro y sin reservas. Amadlos con mi mismo amor. Aunque os parezca que no os responden , en realidad no es así. Vuestro amor es una fuerza que los libera del dominio de Satanás. Es ya como una luz que barre las tinieblas que los rodean; es la ayuda más preciosa que les podéis prestar para su salvación. Vosotros sois míos, y me serviré de vosotros para la vuelta a casa de todos aquellos hijos, que mi Enemigo me ha arrancado y sometido a su dominio. Quiero que todos mis hijos extraviados vuelvan a entrar, a través de vosotros, en el recinto de mi jardín; así se salvarán. Tengo prisa, hijos predilectos, porque ha llegado la hora. Tengo prisa porque la batalla, que ya ha empezado, está a punto de llegar a su momento decisivo. Mi estrategia decisiva, la que traerá la victoria, sois vosotros, hijos predilectos: tengo necesidad de todo vuestro amor para arrancar de las manos de mi Enemigo a todos mis hijos que él me ha arrebatado. Sólo cuando todos hayan entrado en el jardín de mi Corazón Inmaculado se comprenderá cómo mi triunfo será sólo el triunfo del Amor en el mundo.»