Mensaje del 31 de diciembre de 1986 en Dongo (Como)
Ultima Noche del año
Y vendrá a vosotros la Paz.
«En estas últimas horas del año, hijos predilectos, os quiero a todos recogidos junto a Mí en oración incesante. Orad, para dar gracias al Padre Celestial, que guía las vicisitudes humanas hacia la realización de su gran designio de amor y de gloria. Orad, para consolar al Corazón Divino del Hijo, herido por tantos pecados y rodeado del inmenso mar de la humana ingratitud. Jesús os ama. Su Corazón es un homo de ardentísimo amor a vosotros. Pero este Corazón se ve continuamente traspasado por las ofensas y por los pecados. Sed vosotros los consoladores del Corazón de Jesús. Mis predilectos, Yo os pido que colméis con vuestro amor sacerdotal todo el vacío, negligencia e indiferencia de que está rodeado. Orad, para invocar al Espíritu Santo para que pueda realizar lo más pronto posible el prodigio de un segundo Pentecostés de santidad y de gracia, que pueda verdaderamente cambiar la faz de la tierra. Orad y haced penitencia. Recitad el Santo Rosario con amor y confianza. Con esta oración, hecha por vosotros Conmigo, podéis influir en todas las vicisitudes humanas, incluso en los acontecimientos futuros que os aguardan. Con esta oración podéis obtener la gracia del cambio de los corazones y podéis alcanzar el don tan deseado de la Paz. La Paz vendrá, después del gran sufrimiento, al cual están llamadas ahora la Iglesia y toda la humanidad, para su interior y sangrienta purificación. La Paz vendrá, después del acontecimiento del terrible castigo que os he predicho en los albores de este vuestro siglo. La Paz vendrá, como don del Amor Misericordioso de Jesús, que está a punto de derramar sobre el mundo torrentes de fuego y de gracia, que renovarán todas las cosas. La paz vendrá, como fruto de una particular efusión del Espíritu Santo, que será donado por el Padre y por el Hijo, para transformar el mundo en la Jerusalén Celestial y para conducir a la Iglesia a la cumbre de su santidad y de su divino esplendor. Y vendrá a vosotros la Paz por el triunfo de mi Corazón Inmaculado, cuando está para terminar el espacio de tiempo, concedido por el Señor a la humanidad para el arrepentimiento y para su conversión. Ha llegado ya la hora de los grandes acontecimientos y todo se cumplirá a un ritmo de tiempo más rápido, para que aparezca cuanto antes sobre el mundo el Arco Iris de Paz que hace muchos años os predije ya en Fátima.»