Mensaje del 8 de diciembre de 1986 en Santiago (República Dominicana)
Fiesta de la Inmaculada Concepción
Mi candor de Cielo.
«Mi candor de gracia y de luz, de santidad y de pureza quiere recubrir, como un manto, a toda la tierra. Por ésto, hijito mío, te he traído hoy a esta Isla, desde la cual se inició la Evangelización de todo el gran continente de América, para conducir cuanto antes a mis predilectos y a todos mis hijos al seguro refugio de mi Corazón Inmaculado. Yo soy el alba que precede al gran día del Señor. Yo soy la nube luminosa y esperada, que hace descender sobre el desierto del mundo, consumido por el mal y por el pecado, el celeste rocío de la Gracia y de la santidad. Unios a mi ejército victorioso todos los que queréis librar la gran batalla para el triunfo del bien y del amor. Donde llega el rayo de mi Luz desaparecen las tinieblas del mal, del egoísmo, del odio, del pecado y de la impureza. Llevad a todas partes mi anuncio maternal. Difundid en todas las partes del mundo mi candor de cielo. Son éstos los tiempos en que debo reuniros a todos bajo mi manto inmaculado, a las órdenes de vuestra Celestial Capitana. A través de vosotros, que me habéis respondido, mi Luz se hará más intensa de día en día, porque está cercano ya el momento del glorioso triunfo de mi Hijo Jesús. Desde esta tierra te bendigo hoy con todos aquellos que han acogido mi invitación, me escuchan y me siguen.»