A SANTA CECILIA
«Se abrió su boca para dar lecciones de sabiduría y está en sus labios la ley de bondad. Se levantó su esposo y la colmó de alabanzas. «
¿A quién más seguramente que a ti, amable Cecilia, se aplicaron estas palabras?… el candor y la sabiduría de tus palabras en un instante transformaron a tu esposo; apenas respiró el suave perfume de tu inocencia, lo ganaste a la fe de Jesucristo y llegó a ser mártir. Hoy es más grande aún tu poder. Ruega pues, a Dios para que imitando tus virtudes, logremos también la ventura de los escogidos. Amén.