Mensaje del 20 de septiembre de 1996 en Zagreb (Croacia)
No temas, pequeño rebaño.
«Que contenta estoy del Cenáculo que has hecho aquí, con los Sacerdotes y fieles de mi Movimiento, presidido por el Cardenal Arzobispo al que Yo tanto amo y protejo. En esta Nación mi Adversario se ha desencadenado, llevando a su interior la prueba dolorosa de la violencia y de la guerra. ¡Cuántos sufrimientos han debido soportar estos hijos míos! Yo he intervenido para obtenerles el gran don de la liberación y de la paz. Pero ahora os esperan todavía mayores tribulaciones. -No temas, pequeño rebaño. Al Padre Celestial le ha complacido daros a vosotros el reino de mi Corazón Inmaculado. Me he manifestado a vosotros y me habéis acogido con la generosidad de mis pequeños hijos. Ahora os puedo conducir por el camino de la pureza, del amor y de la santidad, con el ejercicio de todas las virtudes que Yo cultivo, como celestial jardinera, en el jardín luminoso de vuestras almas. Así cada día os ofrezco, como víctimas de reparación, a la Justicia de Dios, para que pueda derramar sobre el mundo la Gracia purificadora de su Divina Misericordia. -No temasy pequeño rebaño. Vuestra Madre Celestial os ha concedido el don de reuniros de todas partes en su ejército victorioso. Ha llegado la hora de la batalla decisiva. Satanás ha llegado ya al vértice de su poder, y ahora, también en la Iglesia, realizará cuanto el Señor le ha concedido para la más dolorosa purificación de la misma. Las horas que estáis a punto de vivir son de las más importantes, porque todos los acontecimientos que Yo os he predicho tendrán su cumplimiento. No temas, pequeño rebaño. Jesús os ha recogido en el recinto celestial de su divino amor. Él os conduce al perfecto cumplimiento de la Voluntad del Padre. Jesús quiere ser glorificado por vosotros. Ha llegado la hora en que Jesús será perfectamente glorificado por vosotros. Sois el consuelo para su abandono; sois la alegría profunda de su Corazón Divino. -No temas, pequeño rebaño. Sois mis pequeños niños, que he reunido de todas las partes de la tierra, para la gran batalla entre Dios y Satanás, entre las fuerzas del bien y las del mal. El Señor vencerá por medio de Mí, su pequeña Esclava. Yo venceré por medio de vosotros, mis pequeños hijos. Cuanto ha acontecido en esta Nación se convierte en un signo para todos. Por su fidelidad a Jesús y a vuestra Madre Celestial, a la Iglesia y al Papa, Satanás se ha desencadenado contra ella, con la intención de destruirla. Con este fin se han coaligado todas las fuerzas satánicas y masónicas. Pero Yo misma he marcado la hora de su derrota. Así sucederá para toda la humanidad. Por esto os invito a la confianza y a una gran esperanza. -No temas, pequeño rebaño. A vosotros es confiada la misión de llevar a cumplimiento el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo».