Mensaje del 18 de febrero de 1977 en Méjico
En todas las partes del mundo.
«Si sois puros, hijos míos predilectos, podéis ver mi Luz. En la tiniebla que se hace cada día más densa, de mi Corazón Inmaculado sale un rayo de luz que llega hasta vosotros. Mirad esa Luz: es la Luz que os da vuestra Madre. ¡Cuánta necesidad tenéis de ella, sobre todo hoy! Pero casi nadie os escucha, y pocos son los que todavía os comprenden y ayudan. Muchos, víctimas del ateísmo, os odian y desprecian: también hay entre los fieles muchos que os critican y rechazan; y vosotros cada día os encontráis más solos. ¿Quién os puede comprender y ayudar? ¿Quién os puede consolar? Vuestra Madre del Cielo. Por vosotros dejo otra vez el Cielo; por vosotros recorro todavía los caminos del mundo; por vosotros ruego y pido ayuda a muchas almas generosas. Y cuando os reunís, Yo misma me uno a vuestra plegaria como en el Cenáculo: vuestras almas se abren entonces a la Luz del Espíritu Santo y al consuelo de la Madre. Así sucede en todas las partes del mundo. También hoy lo has podido ver en este nuevo Continente, adonde te he traído para reunir a mis hijos predilectos. ¿Has visto qué felicidad tan grande ha inundado sus corazones? (…).»
@DATA1 1LIN = 10 de marzo de 1977
Vuestro martirio del corazón.
«La confusión aumenta también en la Iglesia y se extiende ya a todos los lugares de la Tierra. Los primeros afectados son los Sacerdotes. 234Cada día son más los que se dejan seducir por el error que los conduce a la infidelidad. En nombre del progreso algunos Sacerdotes han pasado a ser sólo ministros del mundo y viven según el mundo. Han sustituido la oración por la acción desordenada; la mortificación, por el afán desmedido de comodidad y placeres; la santidad, por una voluntad que cede paso a paso ante el pecado, en especial el impuro, al que, cada día se comete y se justifica más. Se han convertido en cadáveres ambulantes, en sepulcros blanqueados, que aunque se llaman Sacerdotes, mi Hijo ya no los reconoce como tales. Y a veces son precisamente éstos los mejor considerados, los que logran abrirse camino, los que son promovidos a cargos de responsabilidad. Los que todavía permanecen fieles son generalmente los más perseguidos, los más incomprendidos y a veces, a sabiendas margihados. Así las tinieblas se extienden y el humo de Satanás lo va envolviendo todo y la apostasía aumenta día a día. ¡Cuán grande es vuestro dolor, hijos predilectos, Sacerdotes consagrados a mi Inmaculado Corazón! Vuestro dolor irá aumentando al mismo tiempo que la gran apostasía se propague. Este es el gran martirio del corazón para el que os voy preparando a todos vosotros. Sobre el altar de mi Corazón de Madre cada uno ofrezca al Padre su interior inmolación. Aceptad hasta lo más profundo esta hora tenebrosa. Vivid el martirio de toda la Iglesia, invadida por la oscuridad de la noche. Permaneced fieles y llenos de confianza, ahora que la infidelidad se difunde y es alabada. Decid siempre sí al Padre y a Vuestra Madre del Cielo, que dulcemente os prepara a vivir sin miedo alguno (…).»