Mensaje del 2 de septiembre 1996 en Praga (República Checa)
El mal de vuestro siglo.
«Te encuentras una vez más aquí, mi pequeño hijo, para realizar Cenáculos con Obispos, Sacerdotes y fieles de mi Movimiento, en estas Naciones del Este de Europa, que durante tantos años han vivido bajo la terrible esclavitud del comunismo y han obtenido su liberación por una intervención especial de mi Corazón Inmaculado. !Cuántas persecuciones, opresiones, sufrimientos han debido soportar estos hijos míos! También mi Iglesia aquí ha sido oprimida y perseguida, despojada de sus bienes, crucificada y llevada al martirio. Pero ahora os amenaza un peligro mayor y más insidioso. Es el ateísmo práctico el mal de vuestro siglo. -E l ateísmo práctico difundido por las falsas ideologías, por las sectas, por los errores que cada vez más se difunden incluso en el interior de la Iglesia. -E l ateísmo práctico ha llevado a la humanidad a construir una civilización sin Dios, caracterizada por una exasperada búsqueda de los bienes materiales, de los placeres, de las diversiones, del culto dado al dinero y a su gran poder. -E l ateísmo práctico ha destruido en muchos la sed de Dios, ha llevado a sustraerle impíamente el culto que le es debido, para dárselo a las criaturas, incluso a Satanás y a vivir como si Dios no existiese. -E l ateísmo práctico ha difundido por doquier la plaga del egoísmo desenfrenado, de la violencia, del odio y de la impureza. La impureza es propuesta como un valor y un bien y se le hace propaganda con todos los medios de comunicación social. Los pecados impuros son presentados como un modo de ejercitar la propia libertad y así son justificados y hasta exaltados los pecados impuros contra naturaleza, que claman venganza en la presencia de Dios. El mundo está ya reducido a un inmenso desierto completamente cubierto de fango. Vivís bajo el yugo de esta terrible esclavitud. Por esto, sólo el dolor del castigo misericordioso podrá liberar a esta pobre humanidad del gran mal del ateísmo práctico difundido por todas partes. Mi misión materna es la de ayudaros en las horas de la gran prueba purificadora. Como Madre estoy a vuestro lado para protegeros y ayudaros. También porque debo llevar a pleno cumplimiento la obra que he iniciado en estas naciones. Y se cumplirá cuando, con el triunfo de mi Corazón Inmaculado en el mundo, seréis completamente liberados de toda forma de ateísmo práctico, que ha sido el mayor mal de vuestro siglo».