Mensaje del 6 de agosto de 1986 en Rubbio (Italia)
Fiesta de la Transfiguración del Señor
Subid al Monte.
«Subid hoy Conmigo al monte de mi Paz, hijos predilectos. Subid al monte de la Salvación y de la oración, de la pureza y de la santidad, de la docilidad y de la mansedumbre, de la humildad, de la sencillez y pequeñez y de una caridad cada día más perfecta. Subid a la santa montaña de vuestra personal transfiguración, confonnándoos cada día más a la divina humanidad de mi Hijo Jesús, con el filial abandono al amor del Padre Celestial y con la diaria docilidad a la acción purificadora del Espíritu Santo. Así podéis vosotros mismos gozar del don de una completa transformación, en la luz gloriosa de Cristo que, en vosotros y por medio de vosotros, quiere manifestarse más ampliamente en estos tiempos para renovar todo el mundo con la fuerza de su Amor Misericordioso. En esta santa montaña sentiréis también la extraordinaria presencia y particular acción de vuestra Madre Celestial, que quiere cada día transfiguraros en la misma persona de Jesús para que podáis ser hoy vivo testimonio de su amor a vosotros. Aquí os preparo dulcemente para los momentos dolorosos de la Cruz y del martirio. Ahora han llegado también para vosotros los días del abandono, de la agonía y de la inmolación. Los grandes acontecimientos, que Yo he predicho en estos años, han llegado ya. Pronto seréis llamados todos a dar vuestro testimonio más doloroso. Entonces podréis ser para todo el mundo los rayos de Luz, que salen de mi Corazón Inmaculado, para llegar a todas las partes del mundo, para iluminar los momentos tenebrosos que estáis a punto de vivir. Así secundaréis mi designio maternal, que es cooperar al cumplimiento del más grande milagro del Amor Misericordioso de Jesús, que está a punto de derramar ríos de fuego y gracia sobre el mundo.»