Mensaje del 13 de enero de 1977
Te enseñaré a amar.
«Hijo mío queridísimo, te quiero. Te amo mucho. A ti te place oírlo repetir; a mi Corazón de Madre la place decírtelo una y otra vez. Sólo el amor debe ser en adelante el que te guíe en todo momento y en cada una de tus acciones. El amor al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo; el amor a esta divina y Santísima Trinidad, que, morando en tu alma, mueve tu corazón a un mayor amor, también hacia tu Madre celestial. Mi Corazón Inmaculado es el lugar donde siempre tu Madre te irá formando en un mayor y más puro amor a Dios. Jamás criatura alguna ha podido amar al Señor como ha sabido amarle tu Madre del Cielo. El Espíritu del Padre y del Hijo te impulsa a una gran sed de perfecto amor, y así tu alma espontáneamente se orienta a buscar el Corazón de la Madre. Yo, hijo, te enseñaré a amar cada vez más a Dios y a tu prójimo. Daré a tu corazón mi misma capacidad de amor. Te ayudaré a aniquilar en ti toda otra aspiración para llevarte a un sencillo, continuo y puro acto de amor. Así realizarás tu vocación (…). Mi única alegría es la de llevarte al amor para que mi mismo Corazón pueda amar en el tuyo a la Santísima y Divina Trinidad.»