Mensaje del 2 de febrero de 1986
Fiesta de la presentación del Niño Jesús en el Templo
Camino hacia la divina Voluntad.
«Seguidme, hijos predilectos, por el camino que os he trazado para conduciros a todos al Templo del Señor y para que podáis cantar hoy su amor y su gloria. Mientras con mi castísimo esposo José recorría el camino hacia el Templo de Jerusalén, llevando entre mis brazos a mi divino Niño, y estaba absorta en un profundo éxtasis de amor y oración 581con Él, observaba una prescripción de la ley y cumplía la Voluntad del Señor. Así obro hoy con cada uno de vosotros: Os conduzco por el camino del perfecto cumplimiento de la Voluntad del Señor. Yo soy el camino hacia divina Voluntad. Es Voluntad de Dios que cumpláis con perfección las obligaciones de vuestro estado Sacerdotal. Es Voluntad de Dios que deis un espacio importante a la vida de oración y de profunda unión con Él. Ved por qué os conduzco a una escrupulosa observancia de vuestras prácticas de piedad: no paséis por alto el Oficio divino; vuestra meditación cotidiana hacedla con calma y amor; recitad diariamente en unión Conmigo el Santo Rosario; que la Santa Misa, celebrada y vivida por vosotvos, sea el punto de referencia de toda vuestra jomada. Es Voluntad de Dios, que también en vuestro apostolado sigáis las normas emanadas de la Iglesia para vosotros. Nunca participéis en espectáculos profanos; no vayáis a lugares que no son propios de vuestra dignidad de Ministros de Dios; sabed proteger y defender el carácter sagrado de vuestra persona. Estáis en el mundo pero no sois del mundo. No os avergoncéis de dar a todos este público testimonio. Por esto os pido que llevéis siempre vuestro hábito eclesiástico para que en todo lugar y tiempo, todos vean que sois Sacerdotes de Dios y mis hijos predilectos. ¡Cómo entristece a mi Corazón Inmaculado el ver que muchos Sacerdotes, y hasta Obispos, visten completamente de paisano desobedeciendo abiertamente las leyes emanadas de la Iglesia para vosotros! Es Voluntad de Dios, que ardáis en un gran celo por la salvación de la almas, y por consiguiente debéis estar siempre dispuestos a la grave obligación, que se os ha confiado, de ser ministros de la Reconciliación. 582Ahora, en gran parte de la Iglesia, este sacramento tan necesario está desapareciendo, precisamente porque muchos Sacerdotes no van ya al confesionario a ponerse a disposición de las almas, que tiene extrema necesidad de este sacramento de la divina misericordia. Es Voluntad de Dios, que estéis siempre disponibles a todas las necesidades espirituales y materiales de vuestro prójimo. Que vuestro corazón sacerdotal sea generoso, abierto, sensible y misericordioso. Sólo así cumplís la Voluntad que el Señor tiene sobre cada uno de vosotros y recorréis el camino hacia la santidad. Por esto os conduzco cada día por la vía de la perfecta actuación de la divina Voluntad a fin de que, el santo Templo de vuestra vida sacerdotal, la Santísima Trinidad reciba de vosotros su mayor gloria.»