Mensaje del 22 de mayo de 1994 en Berlín (Alemania)
Solemnidad de Pentecostés
Ven Espíritu Santo.
«Hoy os encontráis aquí reunidos en un continuo Cenáculo de oración con vuestra madre Celestial, en la celebración litúrgica de la solemnidad de Pentecostés. Y repetís con intensidad de amor, la oración que Yo misma os he enseñado: “Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María tu Esposa amadísima” Ven Espíritu Santo. Es necesaria una nueva y universal efusión del Espíritu Santo, para alcanzar los nuevos tiempos tan esperados. Se necesita que venga pronto el segundo Pentecostés. Este sólo puede suceder en el Cenáculo de mi Corazón Inmaculado. Para esto renuevo hoy la invitación a toda la Iglesia de entrar en el Cenáculo que la Madre Celestial os ha preparado para los últimos tiempos. Vosotros podéis entrar allí con el acto de consagración a mi Corazón Inmaculado. Suplico que esta consagración, pedida por Mí con tan preocupada insistencia, se haga por los obispos, por los sacerdotes, por los religiosos y por los fieles. Y se haga pr todos para abreviar el tiempo de la gran prueba que ya ha llegado. El Espíritu Santo entonces os llevará a la comprensión de la Verdad toda entera. El Espíritu Santo os hará comprender los tiempos que estáis viviendo. El Espíritu Santo será luz en vuestro camino y os volverá testigos valientes del Evangelio en la hora tremenda de la gran apostasía. El Espíritu Santo os hará entender cuanto Yo os haré manifiesto de lo que está contenido en el libro todavía sellado. El Espíritu Santo dará su perfecto testimonio al Hijo, preparando los corazones y las almas a recibir a Jesús que retomará a vosotros en gloria. Ven Espíritu Santo. Ven por la poderosa intercesión de mi Corazón Inmaculado. Mi hora es la hora del Espíritu Santo. El triunfo de mi Corazón Inmaculado coincidirá con el gran prodigio del segundo Pentecostés. Descenderá nuevo fuego del cielo y purificará toda la humanidad que se ha vuelto pagana. Será como un juicio en pequeño y cada uno se verá a sí mismo en la luz de la Verdad misma de Dios. Así los pecadores volverán a la gracia y a la santidad; los descarriados al camino del bien; los alejados a la casa del Padre; los enfermos a la completa curación;los soberbios, los impuros, los colaboradores malvados de Satanás, serán para siempre vencidos y condenados. Entonces mi Corazón de Madre tendrá su triunfo sobre toda la humanidad, que volverá a un nuevo desposorio de amor y de vida con su Padre Celestial. Ven Espíritu Santo. Ven por la voz de tu Esposa amadísima que te llama. Yo soy la divina Esposa del Espíritu Santo. Como por singular designio del Padre, me he convertido en la verdadera Madre del Hijo, así he llegado a ser verdadera Esposa del Espíritu Santo. El Espíritu Santo se ha entregado a mi alma con una interior y verdadera unión esponsal y de ella ha nacido el fruto divino de la concepción virginal del Verbo en mi purísimo seno. El Espíritu no puede resistir a la voz de la Esposa que lo llama. Por esto unios todos a Mí, mis pequeños hijos, al invocar hoy el don del Espíritu Santo. Que vuestra súplica se convierta en la oración de estos últimos tiempos. Que sea vuestra oración habitual, repetida frecuentemente por vosotros, porque se os ha enseñado y se os ha solicitado ardientemente por vuestra Madre Celestial: “Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María tu Esposa amadísima ’ Y abrid los corazones a la esperanza, porque está para llegar a vosotros el mayor prodigio del segundo Pentecostés.»