Mensaje del 3 de abril de 1994 en Capoliveri (Livomo)
Pascua de Resurrección
Es la alegría pascual.
«Participad hoy en la alegría de vuestra Madre Celestial, que vive la hora feliz de la resurrección del hijo Jesús. Todo mi dolor se aplaca y toda herida se cierra en el momento en que Jesús, en el esplendor de su cuerpo glorioso, se me acerca, me toma entre sus brazos, me estrecha a su Corazón traspasado, del que sale una fuente de luz tortísima, que me envuelve toda y me sumerge en un mar de felicidad inmensa. i Qué bello es mi Hijo, en el esplendor de su cuerpo glorioso y divino! Ahora ya se ha borrado el recuerdo de su cuerpo vilipendiado y golpeado, azotado y llagado, traspasado por las espinas y los clavos, crucificado y muerto, bajado del patíbulo y depositado en el sepulcro. Ahora su Cuerpo está rebosante de energía y de fuerza, resplandece en su belleza divina, desprende fulgor y potencia, emite rayos de luz sobrehumana, compone una nueva armonía de vida y de paz. se abre como suave caricia para cerrar toda llaga de mi materno dolor. El Hijo y la Madre están unidos de nuevo en una única alegría. Es la alegría pascual. Es la alegría que recibe toda la humanidad, recreada según el designio del Padre. Es la alegría pascual que desciende sobre todo lo creado, renovado y redimido por su sacrificio cruento. Es la alegría pascual, que llega hasta los infiernos a liberar de las tinieblas de la muerte a las almas de todos los justos en este día que esperaban. Es la alegría pascual que invade a todos los hombres, retomados como hijos a los brazos del Padre Celestial. Es la alegría pascual que alegra el doloroso camino de la Iglesia, llamada a vivir hoy las horas de Getsemaní y del Calvario. Es la alegría pascual que penetra en el corazón de todos mis hijos, confortados y animados a vivir el tiempo doloroso de la purificación y de la gran tribulación. Es la alegría pascual, que ilumina vuestra esperanza y da una respuesta segura a la gran espera de todos. Es la alegría pascual, que entra en vuestro tiempo y lo prepaa al mayor acontecimiento de toda la historia. Porque la Resurrección de Pascua tendrá su pleno cumplimiento sólo cuando Jesús volverá en gloria a instaurar entre vosotros su Reino, en el cumplimiento de todo el Querer del Padre y en la perfecta glorificación de la Santísima y Divina Trinidad.»