Mensaje del 21 de Octubre 1993 en Yakarta-Cisarua (Indonesia)
Ejercicios Espirituales en forma de Cenáculo,
con sacerdotes del M.S.M. de Indonesia
Tened confianza y gran esperanza.
«Qué contenta estoy de veros aquí, reunidos en un Cenáculo continuo de oración y de fraternidad, Sacerdotes de mi Movimiento, que habéis venido de todas las partes de Indonesia. Me uno a vuestra oración; os ayudo a crecer en la fraternidad; os obtengo del Señor aquellas gracias que vuelven fecundo y santo vuestro ministerio. Y quiero daros hoy un mensaje de confianza y de esperanza, que os acompañe en vuestro difícil camino. — Tened confianza, en vuestra Madre Celestial que siempre está cercana a vosotros, para serviros de ayuda y de consuelo en vuestro sacerdocio. Yo veo vuestras innumerables dificultades; acojo todas vuestras invocaciones; estoy cercana a vosotros para confortaros en vuestra soledad; os doy alegría y consolación en medio de tantas amarguras. No os sintáis solos. Aunque el campo del apostolado tal vez seg árido y difícil; aunque el ambiente que os circunda ponga obstáculos a la acción sacerdotal; aunque el peso de la humana fragilidad parezca aplastaros, ¡No os desaniméis jamás! Yo siempre estoy junto a vosotros, como Madre buena y comprensiva, y os sostengo, os conduzco, os consuelo, os animo, recojo como piedras preciosas vuestras lágrimas y custodio toda vuestra fatiga en el secreto de mi Corazón Inmaculado. — Tened gran esperanza en el pleno triunfo de Dios sobre esta pobre humanidad, tan enferma y tan alejada de El. Estáis viviendo los años dolorosos de la gran tribulación y los sufrimientos se hacen cada día más fuertes para todos. Pasad la hora presente en el Getsemaní de mi Corazón Inmaculado y disponeos a hacer con amor la Voluntad de vuestro Padre Celestial. Sed testigos de fe en estos tiempos de gran apostasía; sed testigos de santidad en estos días de gran perversión; sed testigos de amoren un mundo que se ha vuelto duro e insensible consumido y aridecido por el egoísmo, por el odio, por la violencia y por las guerras. Llevad por doquier el bálsamo de mi amor materno y misericordioso. Tomad entre vuestros brazos sacerdotales a mis hijos que se han descarriado, a los alejados, a los pobres, a los débiles, a los enfermos, a los pecadores y llevadlos a todos al seguro redil de mi Corazón Inmaculado. Salid de este Cenáculo en el gozo. Volved a vuestras casas en la paz y haceos los apóstoles de este mi Movimiento en todas partes de esta gran Nación. Con vosotros, con vuestros seres queridos, con los fieles que os han sido confiados, bendigo hoy a toda Indonesia y la Iglesia que aquí vive, sufre y actúa para que mi Hijo Jesús pueda llevar a todos el don de su Amor, de su Vida y de su Paz.»