Mensaje del 11 de febrero de 1976
Fiesta de la Virgen de Lourdes
El perfume de vuestra pureza.
«Hoy, hijos míos predilectos, acojo con alegría el perfume de vuestra pureza y lo deposito en mi Corazón Inmaculado para ofrecerlo a Dios en señal de reparación. ¡Cuánto fango inunda a esta pobre Humanidad, invitada por Mí a liberarse del pecado: “Venid a beber de esta agua mía, venid a lavaros en la fuente”! ¿No veis cómo cada día muchos hijos míos quedan contaminados con este lodo, que cada día lo invade todo más y lleva a la muerte a un número ilimitado de almas? ¿Cómo pueden salvarse de esa ola de cieno también muchos de mis pobres hijos, Sacerdotes? Yo soy la Inmaculada: Yo soy la Pureza. Refugiaos en mi Corazón Inmaculado. Aun cuando el ambiente en que vivís se hunda cada vez más en esta impureza, vosotros sentiréis sólo mi perfume de Cielo. He bajado del Cielo para hacer de vosotros, hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, mi cielo aquí abajo. En vosotros se refleja mi Luz. De esta suerte muchas almas por vuestro medio serán todavía atraídas por mi candor y propagarán el perfume de esta virtud mía. El Papa os ha dado la señal de este resurgimiento moral. ¡Escuchadlo! ¡Defendedlo! ¡Consoladlo! El ultraje que en estos días se ha inferido a Su Persona y las injurias que aumentan cada día contra él afligen mi Corazón de Madre1. ¡Hasta a sus mismos pies ha llegado esta ola de fango! Mas vosotros poned un dique a los pies de este Pastor Angélico, del dulce Cristo en la tierra. Y por mi especial intervención y por medio de vosotros esta ola diabólica de rebelión y de fango, desencadenada contra el Papa, se detendrá a sus pies. Y a todos aparecerá intacta la grandeza de su cándida Persona…»