Mensaje del 1 de Mayo de 1993 en Sant’Omero (Teramo)
Primer Sábado
Mi presencia materna.
«Hijos predilectos, hoy os invito a vivir con particular empeño, vuestra consagración a mi Corazón Inmaculado. Es el modo mejor de ofrecerme este mes de Mayo que ha estado dedicado por la Iglesia a una particular veneración Mía. En este mes estoy especialmente cercana a vosotros y deseo haceros sentir a cada uno de vosotros mi presencia materna. Conseguís sentir mi presencia de Madre junto a vosotros y, como pequeños niños, os habituáis a hacer todas las cosas junto Conmigo. Orad Conmigo, trabajad Conmigo, amad Conmigo, sufrid Conmigo, guardad silencio Conmigo. El silencio debe llegar a ser para vosotros el signo de mi presencia materna. Sea el vuestro un silencio exterior; que os protege del ruido ensordecedor de voces y de imágenes, que llenan continuamente el transcurrir de vuestra jomada. Sustraeros a las fáciles seducciones de la prensa y de la televisión, este medio terrible usado por mi adversario, para alejaros de mi y de mi hijo Jesús. Sea el vuestro un silencio interior; que os conduzca a escuchar con amor y con fe, la sola Palabra de Dios. Penetrad en el misterio profundo de verdad y de belleza que os he revelado en el Evangelio. El Evangelio de Jesús sea la única palabra de vida que busquéis, que recibáis, que améis y viváis Sea el vuestro, aquel silencio interior que os conduzca a la contemplación y a la oración. Que sea más intensa vuestra oración, sea una verdadera plegaria del corazón, que vosotros hacéis Conmigo y por medio de mi. Por esto que florezcan por doquier los Cenáculos de oración, que yo os he pedido, como flores perfumadas que se abren en el desierto de una gran sequedad y de una general disipación. Mortificad los sentidos. La lengua se suelte solo para decir palabras de sabiduría y de bondad. Esté siempre cerrada vuestra boca a los juicios, a las criticas, a las ofensas, a las murmuraciones, a las calumnias, a la doblez y a la insinceridad. Los ojos se abran para ver las llagas profundas de los enfermos, de los pobres, de los pequeños, de los abandonados, de los golpeados, de los perseguidos, del oprimidos, de los moribundos. Cerrad vuestra mirada a la impureza y a la malicia, al mal y a la maldad, a la seducción y a la impiedad. Abrid vuestras manos para ayudar a todos, caminad por las sendas ásperas y sangrantes en busca de mis pobres hijos descarriados; ofrecedme vuestro corazón para que Yo pueda amar en vosotros y a través de vosotros, de modo que todos puedan recibir el consuelo de mi presencia materna. Hijos predilectos estas son las flores que Yo os pido que me entreguéis, para hacerme mas agradable este mes de Mayo que todos hoy comenzáis Sólo así me sentís siempre cercana a vosotros. Sólo así difundís en tomo a vosotros el carisma de mi presencia materna. Sólo así reflejáis mi luz de amor y de esperanza. Sólo así vivís la consagración que me habéis hecho. Entonces, por medio de vosotros, la Madre Celestial es cada vez más invocada, acogida, seguida y vivida y mi Corazón Inmaculado obtiene su mayor triunfo.»