Mensaje del 11 de febrero de 1993 en Sao Paulo (Brasil)
Aniversario de la Aparición de Lourdes
Los peligros que os amenazan.
«Mirad hoy al esplendor de vuestra Madre Celestial, que ha aparecido en Lourdes como la Inmaculada Concepción. He aparecido para anunciaros que habéis entrado en el tiempo de mi plena manifestación. He aparecido para indicaros el camino que debéis recorrer en estos vuestros últimos tiempos. He aparecido para llevar a cabo mi misión de Madre hacia vosotros mis hijos, tan insidiados por mi Adversario y vuestro. En el tiempo de la gran prueba, Yo os indico los peligros que os amenazan. —El peligro más grave es el de sucumbir a la seducción del mundo en que vivís, de volveros víctimas del pecado y del mal, de retornar a la esclavitud de Satanás y de su diabólico poder. Entonces me he manifestado a vosotros como la Inmaculada Concepción, esto es, como la única criatura que jamás ha conocido la sombra del pecado, ni siquiera del pecado original que toda persona contrae en el momento de su humana concepción. Y os he dirigido mi invitación materna a caminar por la senda del bien y de la gracia, de la pureza y de la humildad, del amor y de una cada vez mayor santidad. Os he pedido también usar los medios que son indispensables para recorrer este difícil camino: la penitencia y el sacramento de la Reconciliación. —Otro peligro que os amenaza es el dejaros absorber por una acción desordenada, olvidando así la fuerza poderosa que tiene la oración, para obtener la gracia de la conversión para tantos de mis pobres hijos pecadores. Entonces Yo os he invitado a orar mucho por la conversión de los pecadores, mostrándoos, a través de mi hijita Bemardette, cómo la oración más eficaz y preferida por Mí, es la del Santo Rosario. —Por fin está el continuo peligro de enfermaros y dejaros atrapar por el desánimo y la desconfianza, de forma que os reduzca a una verdadera impotencia espiritual. Entonces he querido manifestarme también como medicina de vuestros males, ayuda en vuestras necesidades, sostén para vuestra debilidad humana. Os he invitado a ir a lavaros en la fuente, con aquella agua que Yo he hecho brotar milagrosamente de la roca sobre la que he aparecido. Hoy, cuando el tiempo de la gran prueba ha llegado, Yo os repito mi invitación materna a seguirme por la senda de la gracia yde la pureza, de la penitencia y de la oración, para obtener el don de la curación y de la salvación.»