Mensaje del 16 de abril de 1992 en Rubbio (Italia)
Jueves Santo
Seréis Sacerdotes fíeles.
«Hijos predilectos, estoy particularmente cerca de vosotros en este día de Jueves Santo. Es vuestro día, es vuestra Pascua. Jesús habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Vosotros habéis nacido en la cuna del amor. Vuestro Sacerdocio tiene su origen en el misterio del infinito amor del Corazón divino de Jesús. Con los apóstoles, en el Cenáculo de Jerusalén, estabais presentes también vosotros. Estaban también todos los Obispos y Sacerdotes hasta el fin del mundo, porque este lugar y este día están fuera del tiempo y de la historia. Es el día del nuevo Sacerdocio y del nuevo Sacrificio que se ofrece en todas las partes de la tierra, por la vida del mundo. Entrad en el Corazón de Jesús vuestro hermano; entrad Conmigo en el Getsemaní de su amor y su dolor, dejaos sumergir en el mar infinito de su Divina Caridad y seréis Sacerdotes fieles. Este es también el día de la traición: “En verdad os digo que uno de vosotros me traicionará”. —Jesús se conmueve profundamente, su Corazón es traspasado por heridas profundas, al sentirse traicionado por los suyos: “¡uno de vosotros me traicionará!” Es también el momento de la debilidad humana y del abandono. Pedro reniega de Jesús por tres veces; los Apóstoles huyen por miedo y abandonan a Jesús. Queda el joven Juan, el apóstol que ama, el amigo fiel, mi primer hijo predilecto. Y se queda conmigo Madre dolorosa y crucificada. Esta Pascua suya se perpetúa en el tiempo; este misterio del Amor divino y de la falta de correspondencia humana se renueva cada día. —Cuántos son hoy, aquellos que participan de su Sacerdocio, que forman parte de su heredad y de tantos modos Lo traicionan. Lo traicionan porque no creen más en su Divina Palabra; la falta de fe se propaga; y la apostasía se difunde cada vez más en la Iglesia. Lo traicionan porque prefieren a Él, los treinta denarios, de la comodidad y del placer, de la impureza y del orgullo de la búsqueda del bienestar y de la afirmación propia. ¡Cuántos son los Judas que hoy traicionan al Hijo del Hombre! Como son también numerosos, entre los suyos, aquellos que reniegan de Él, repitiendo las palabras de la humana debilidad de Pedro: “No conozco a ese hombre”. Lo reniegan por miedo de no ser considerados y estimados por el mundo en que viven, por temor a ser considerados anticuados y de no estar al día, de ser criticados y rechazados. Obispos y Sacerdotes, hijos míos predilectos, ¿Por qué hoy, en número tan grande, repetís con la vida el gesto cruel de la traición de Judas y de la negación de Pedro? La nueva Pasión que se renueva por Jesús en esta Pascua de 1992 es la infidelidad por parte de muchos de sus Sacerdotes. —Como Juan, hijos predilectos, quedaros Conmigo vuestra Madre dolorosa y crucificada. Quedémonos juntos, al lado de Jesús en Getsemaní; sigámoslo con amor y piedad en su camino doloroso hacia el Calvario. Os pido que os consagréis a mi Corazón Inmaculado, que entréis en mi celestial jardín, para que Yo os pueda formar para ser hoy Sacerdotes fieles, los nuevos Juanes que nunca, ni siquiera por un instante, abandonan a mi hijo Jesús. Así para Jesús que revive esta noche, de manera inmensamente más grande, la dolorosa agonía de Getsemaní, vuestra Madre Celeste prepara el cáliz del consuelo que el Padre le da, y que Jesús bebe con infinita gratitud, al sentirse todavía hoy tan amado por sus Sacerdotes fieles