Mensaje del 13 de agosto de 1975
Satanás se desencadena.
«…Tú me sientes siempre cerca de ti; a veces mi acción maternal casi absorbe tu misma actividad y vives habitualmente recogido en mi Corazón Inmaculado. Estás aquí, en este lugar, donde está mi Hijo Jesús, donde también estoy Yo presente… ¿Por qué te he querido aquí? Para ayudarte a subir a tu Cruz, pequeño hijo mío. Te daré pronto grandes dones de amor y de dolor. Sólo así podrás ayudar a tus hermanos Sacerdotes a crecer en la santidad, a ser Sacerdotes como el Corazón de Jesús los quiere. Tú los has consagrado a todos a mi Corazón Inmaculado, es verdad; ahora son míos, me pertenecen, y mía es la misión de formar los Sacerdotes como Jesús los desea. Mas si supieras, hijo mío, cuán humanos son todavía: apegados a sí mismos, a los placeres, a la estima, a los bienes de esta tierra, al propio modo de ver. Dudan aún de Mí, hijo; dudan de ti y de la misión que Yo misma te he confiado. ¡Satanás los atormenta, los zarandea fuertemente, los seduce con el orgullo y con el desaliento! Muerde rabioso mi talón; se desencadena con rabia contra estos hijos míos pequeños; sabe que pronto serán estos los Sacerdotes fieles y con ellos le aplastaré la cabeza para siempre. Te he querido aquí arriba porque aquí comienza tu Calvario (…).»