Mensaje del 28 de junio de 1990 en Valldragone di San Marino
Ejercicios Espirituales en forma de Cenáculo con los Sacerdotes
Responsables del M.S.M de América y de Europa
El segundo Pentecostés
«Hijos predilectos, también este año os he llamado aquí arriba, a este monte, para vivir unos días de fraternidad y de oración Conmigo, en un Cenáculo continuo como el de Jerusalén. Entráis en el último decenio de este siglo, en el cual se realizarán los acontecimientos que Yo os he predicho y mis secretos os serán revelados. Entráis en el tiempo del triunfo de mi Corazón Inmaculado. Se avecina ya el segundo Pentecostés. El Segundo Pentecostés vendrá ya porque en todas partes del mundo ya se han difundido los Cenáculos de oración que os he pedido muchas veces y con más y más insistencia. Estáis aquí para hacer, vosotros mismos, la dulce y fuerte experiencia del Cenáculo, donde Yo me hago particularmente presente entre vosotros para que podáis convertiros en los Apóstoles de los Cenáculos en todas partes del mundo. Mi Corazón Inmaculado es el nuevo Cenáculo espiritual, en el cual toda la Iglesia debe entrar para conseguir el don del nuevo Pentecostés. El Segundo Pentecostés vendrá como un río de gracia,y de misericordia que purificará la Iglesia, la hará pobre y pura, humilde y fuerte, sin mancha y sin arruga, toda hermosa, a imitación de vuestra Madre Celeste. Vosotros estáis aquí para ser formados por Mí hasta convertiros en el nuevo corazón de esta Iglesia totalmente renovada por el Espíritu. Por esto, debéis dejaros formar por Mí, hasta llegar a una conversión total de corazón. Que vuestro corazón sea manso y humilde, dulce y misericordioso, sensible y puro. Que vuestro corazón sea un cáliz lleno de bálsamo suave que rebose y se deslice para cerrar las heridas abiertas y sangrantes, para confortar un sinnúmero de sufrimientos y dolores, dar esperanza a los desesperados, gracia a los pecadores, consuelo a los enfermos, ayuda a los necesitados, paz a los atribulados, ánimo a los desalentados. El Segundo Pentecostés vendrá como un rocío sobre el mundo y transformará el desierto en un jardín, en el cual la humanidad entera correrá, como esposa, al encuentro de su Señor, en un renovado pacto de amor con Él. Así la Santísima Trinidad recibirá su mayor gloria y Jesús instaurará su glorioso reino de amor entre vosotros. Por esto, debéis llegar a ser los artífices silenciosos y valientes de esta renovación general. Tomad en vuestros brazos sacerdotales esta pobre humanidad enferma y traedla a la clínica materna de mi Corazón Inmaculado, para que sea sanada por su Madre Celeste. Vosotros lo haréis cuando llevéis a todos, sacerdotes, fieles, niños, jóvenes y familias a la consagración a mi Corazón Inmaculado. Animo mis predilectos. En estos días extraordinarios de Cenáculo, Yo os he dado alivio y consuelo, gracia y amor, pureza y santidad. Vosotros salís de este Cenáculo totalmente renovados, porque el Espíritu Santo, invocado por mi intercesión, se os ha comunicado con sus siete Dones Santos, que infunden vigor y fuerza al desarrollo de todas las virtudes en vosotros. Ahora salid como apóstoles valientes de estos últimos tiempos e id por todas partes de la tierra a llevar la Luz de Cristo, en estos tiempos de oscuridad, y el rocío de su divino amor en estos días de gran aridez. Así preparáis los corazones y las almas para recibir con gozo a Cristo que viene. Con todos vuestros seres queridos, con las almas que os han sido confiadas, os bendigo con el gozo de una Madre que ha sido tan consolada por vosotros.»