Mensaje del 23 de febrero de 1974
Comenzará con mis Sacerdotes.
“¿Me preguntas si estoy contenta? ¡Oh, tú no sabes, hijo, la alegría que me das! La alegría de la madre consiste en estar con sus hijos. Mi paraíso consiste en estar junto a cada uno de ustedes. Los Sacerdotes son los hijos que Yo amo con predilección porque, por vocación, están llamados a ser Jesús. Mi tarea es la de formar en ellos la imagen de mi Hijo. Nunca los abandono, nunca los dejo solos. No se desalienten por sus defectos, por sus caídas, porque también ellos son frágiles. Yo soy Madre: mi placer más grande es el de perdonar porque — después — puedo dar un amor más grande. No teman mis hijos de darse completamente a Mí. Ahora ellos viven momentos de gran confusión; en muchos disminuye la fe en mi Hijo y la confianza en Mí. Aumentan los malos ejemplos por todas partes y muchos de ellos cuánto se desalientan. Este es el momento de llamarme, de quererme: Yo espero sólo para revelarme a ellos… Lo que más enternece mi Corazón es cuando los siento llorar como niños. ¿Puede la madre no comoverse frente a su niño que llora? Mira: cuando todo se haya derrumbado, sólo quedará la fuerza de su llanto que me obligará a intervenir de manera prodigiosa y terrible. Y mi triunfo comenzará con los hijos predilectos, con mis Sacerdotes. (…) Tú deberás acostumbrarte a ver cosas cada vez más grandes. Mi Corazón Inmaculado es un canal inagotable de misericordia y de perdón, y no puede ya detener la plenitud de este fuego. Pronto Dios empezará a hacer correr en el mundo entero torrentes de perdón y de misericordia hacia los pobres hijos suyos y míos.”