Mensaje del 26 de diciembre de 1973
Fiesta de San Esteban
La caricia de la Madre.
«(…) ¡Cuánto te amo, hijo, y qué amor de predilección siento hacia ti! Debes habituarte a entenderlo a través de tantas pequeñas cosas; de tantas circunstancias casi inadvertidas. Como hoy: la espléndida, luminosa jomada que te he dado. El azul del cielo tan limpio, la claridad luminosa de la nieve acariciada por el sol. El color de mi manto de cielo bajo el que siempre te guardo; el color blanco de mi vestido purísimo con el que te quiero cubrir. Estas sencillas cosas son como la caricia de la Madre para ti… Entrégate siempre más a Mí ¿no ves que ya tu vivir soy Yo sola? Ahora ruega por tus hermanos: por los Wacerdotes de mi Movimiento. Cualquier cosa que hoy pidieses para ellos, te la concederé. Ora; aprovecha este período de reposo para entrar más en mi Corazón. Transforma cada momento de tu jomada en un coloquio Conmigo: ¡Yo quiero oír tu voz, hijo! Transforma todo en oración.»