Mensaje de 21 de julio de 1973
Deja que sea Yo la que actúe.
«(…) ¿Por qué te agitas? ¿por qué te preocupas? Estar consagrado a Mí quiere decir dejarse conducir por Mí. Quiere decir fiarse de Mí: como un niño se deja conducir por su madre. Entonces te debes habituar a otro modo de pensar, a otro modo de obrar. No te toca a ti pensar lo que te conviene; no hagas proyectos, no construyas el mañana, porque ya ves cómo lo disipo todo en el aire y tú después quedas mal.
¿Por qué no quieres fiarte de Mí? Deja que sea Yo la que construya —momento tras momento— tu porvenir. A ti te basta decir, lo mismo que un niño: «Madre, me fío de Ti, me dejo conducir por Ti. Dime: ¿ Qué debo hacer?»
Deja también que, a través de ti, sea Yo la que actúe. Para ello ¡cuán necesario es morir a ti mismo!
Para esto, es necesario que te habitúes a sufrir: a no ser comprendido, a ser olvidado, a ser también un poco pisoteado. Cuánto dolor te produce esto, ¿verdad?
Pero cuando hables a los Sacerdotes del Movimiento de la consagración, de cómo deberán entregarse totalmente a Mí, fiarse de Mí, entonces podrán mirar a tu persona y tú mismo les servirás de buen ejemplo.
No sufras demasiado, hijo: ¡Te amo, te amo muchísimo!»