SUPLICA
Santa María, Madre de Dios, tú que desatas los nudos que no nos dejan vivir plenamente, recibe nuestra oración:
que en la alegría demos gracias al Dios de la vida,
y en la tristeza busquemos al Dios del amor;
que en el trabajo encontremos el gozo de su ayuda
y en la necesidad sintamos cercano su consuelo;
que en la enfermedad nos unamos a Jesús en la cruz,
y en la salud sirvamos a los demás;
que en todo momento demos testimonio de Cristo,
y después de una vida feliz lleguemos juntos con vos al hogar del cielo.
María, virgen y madre, nadie está más cerca de Dios que vos, por eso te pedimos que nos sostengas con tus brazos maternales para que la angustia no invada nuestra vida.
Dios te salve María…
María, tú que desatas los nudos, sé para todos la estrella en la noche oscura, en la noche de lejanía, en la noche sin compañía.
Dios te salve María…
María que tu mano desate el nudo del pecado que oscurece nuestra vida, para que Jesús brille como luz amiga, luz fiel, luz inagotable que nos acerca la felicidad sin fin.
Dios te salve María…
Pedir a la Virgen en silencio el nudo que se necesita desatar.