Capítulo 8
1 Cuando terminaron de comer y beber, decidieron ir a costarse. Acompañaron al joven y lo hicieron entrar en la habitación.
2 Entonces Tobías se acordó de los consejos de Rafael, sacó de su bolsa el hígado y el corazón del pez y los colocó sobre el brasero de los perfumes.
3 El olor del pez alejó al demonio, y este huyó por el aire hacia las regiones de Egipto. Rafael lo persiguió, lo sujetó y lo encadenó al instante.
4 Mientras tanto, los padres habían salido de la habitación y cerraron la puerta. Tobías se levantó de la cama y dijo a Sara: «Levántate, hermana, y oremos para pedir al Señor que nos manifieste su misericordia y su salvación».
5 Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la salvación. El comenzó así: «¡Bendito seas, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! ¡Que te bendigan los cielos y todas tus criaturas por todos los siglos!
6 Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de ayuda y de apoyo, y de ellos dos nació el género humano. Tú mismo dijiste: «No conviene que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda semejante a él».
7 Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y concédenos llegar juntos a la vejez!».
8 Ambos dijeron: «¡Amén, amén!»,
9 y se acostaron a dormir. Cuando Ragüel se levantó, llamó sus servidores y fue con ellos a cavar una fosa.
10 Porque había pensado: «No sea que Tobías haya muerto y nos expongamos a caer en el ridículo».
11 Apenas terminaron de cavar la fosa, Ragüel volvió a la casa, llamó a su mujer
12 y le dijo: «Manda a una de las sirvientas a la habitación, para ver si él está vivo. Así, si está muerto, lo enterraremos sin que nadie se entere».
13 Mandaron adelante a la sirvienta, encendieron la lámpara y abrieron la puerta. Ella entró y los encontró a los dos juntos, profundamente dormidos.
14 Luego salió y les avisó: «Está vivo; no ha pasado nada malo».
15 Entonces Ragüel bendijo al Dios del cielo, diciendo: «¡Bendito seas, Señor, con la más pura bendición! ¡Que te bendigan por todos los siglos!
16 ¡Bendito seas por la alegría que me has dado! No ha sucedido lo que yo temía, sino que nos has tratado según tu gran misericordia.
17 ¡Bendito seas por haberte compadecido de estos dos hijos únicos! ¡Manifiéstales, Señor, tu misericordia y tu salvación, y concédeles una vida llena de alegría y de gracia!».
18 Después Ragüel ordenó a sus servidores que rellenaran la fosa, antes que amaneciera.
19 Luego dijo a su mujer que hiciera una hornada de pan, y él fue al establo, tomó dos bueyes y cuatro carneros, mandó cocinarlos y comenzaron los preparativos.
20 Hizo llamar a Tobías y le dijo: «Durante catorce días no te moverás de este lugar. Te quedarás, aquí, comiendo y bebiendo conmigo, y alegrando a mi hija que ha sufrido tanto.
21 Después tomarás la mitad de mis bienes y volverás sano y salvo a la casa de tu padre. Cuando mi mujer y yo hayamos muerto, también recibirás la otra mitad. ¡Animo, hijo mío! Yo soy tu padre y Edna es tu madre. Desde ahora y para siempre, estamos unidos a ti lo mismo que a tu hermano. ¡Animo, hijo mío!».