Capítulo 5
1 Y tú, Belén Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial.
2 Por eso, el Señor los abandonará hasta el momento en que dé a luz la que debe ser madre; entonces el resto de sus hermanos volverá junto a los israelitas.
3 El se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios. Ellos habitarán tranquilos, porque él será grande hasta los confines de la tierra.
4 ¡Y él mismo será la paz! Si Asiria invade nuestro país y pisa nuestros palacios, le opondremos siete pastores y ocho príncipes del pueblo:
5 Ellos apacentarán a Asiria con la espada y al país de Nemrod con el acero. Y él nos librará de Asiria, si llega a invadir nuestro país y pisa nuestra frontera.
6 Entonces, el resto de Jacob será, en medio de pueblos numerosos, como rocío que baja del Señor, como chaparrón sobre la hierba, que no espera en el hombre ni aguarda nada de los seres humanos.
7 Entonces, el resto de Jacob será entre las naciones, en medio de pueblos numerosos, como un león entre los animales de la selva, como un cachorro de león entre los rebaños; cuando él pasa, pisotea y destroza, sin que nadie pueda librar.
8 Que tu mano se alce contra tus adversarios y sean extirpados todos tus enemigos.
9 Aquel día –oráculo del Señor– yo extirparé tus caballos de en medio de ti y haré desaparecer tus carros de guerra;
10 extirparé las ciudades de tu país y derribaré todas tus fortalezas;
11 extirparé de tus manos los sortilegios y no tendrás más adivinos;
12 extirparé de en medio de ti tus ídolos y tus piedras conmemorativas, y ya no volverás a postrarte ante la obra de tus manos;
13 arrancaré de en medio de ti tus postes sagrados y derribaré tus ídolos.
14 ¡Y me vengaré con ira y furor de las naciones que no hayan obedecido!